Tu esperabas de mí
una valentía que nunca tuve
yo de ti no esperaba nada,
todos esperaban “algo” (de nosotros)
tú te desesperabas
yo nada.
Y cuando al fin abrí los ojos
tú cerrabas la maleta,
yo te compraba un café
y tú un billete de ida
sin vuelta.
Apático,
siempre llego tarde
a mis citas a ciegas.
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