"Aprender la levedad del pájaro."
miércoles, 25 de julio de 2012
martes, 24 de julio de 2012
No aprendimos nada de los cuentos
Se acercan con sus flautas
haciéndonos creer que somos ratones
y mientras huimos
de su horrible canción
los semáforos de una ciudad desierta
se ríen de sus magníficos
nuevos trajes
que dejan a la vista sus vergüenzas
o mejor dicho
su sin-verguenza.
haciéndonos creer que somos ratones
y mientras huimos
de su horrible canción
los semáforos de una ciudad desierta
se ríen de sus magníficos
nuevos trajes
que dejan a la vista sus vergüenzas
o mejor dicho
su sin-verguenza.
miércoles, 11 de julio de 2012
Cuando aprendes a volar
Lo primero que miro al entrar a una habitación son las ventanas, intento localizar todas, sus salidas, su apertura, con o sin cortinas. Mientras todos se miran y saludan, yo me sitúo entre todas las ventanas por si tengo que huir. ¿Y cuándo no hay ventanas? estoy jodido. Por ejemplo, esta ciudad está cada vez más falta de ventanas.
miércoles, 4 de julio de 2012
Avaro de tristezas
La ciudad se ha llenado de ratas
pero éstas son aún más peligrosas
se disfrazan de humanos
llevan oscuros trajes,
se llenan el pecho de humo.
Ya no sólo arde París.
Pero me queda una esperanza,
el niño que fui se ha olvidado de crecer
y vive dentro de mí
aún sé soñar despierto.
pero éstas son aún más peligrosas
se disfrazan de humanos
llevan oscuros trajes,
se llenan el pecho de humo.
Ya no sólo arde París.
Pero me queda una esperanza,
el niño que fui se ha olvidado de crecer
y vive dentro de mí
aún sé soñar despierto.
lunes, 2 de julio de 2012
Calita analiza el día con dureza, sentada sobre un sillón desgastado, grises sus ojos sobre un rostro también desgastado. La cubren las canas. Le faltan fuerzas. Sentada mira al frente y no llora porque ya han caído demasiadas lágrimas a ninguna parte.
La habitación está llena de fotos, rostros sonrientes que la persiguen a cada segundo, le piden, poco le dan y por eso a ella cada vez le queda menos. Unas escaleras. Una cocina. Cómo la rutina puede ser también una tortura cruel. Cómo la vida a veces puede ser tan lenta y cómo cada hora puede ser un afilado cuchillo que atraviesa su cuerpo dejando heridas pero no huellas.
Desde la puerta miro. No se escucha nada. Hace calor.
La habitación está llena de fotos, rostros sonrientes que la persiguen a cada segundo, le piden, poco le dan y por eso a ella cada vez le queda menos. Unas escaleras. Una cocina. Cómo la rutina puede ser también una tortura cruel. Cómo la vida a veces puede ser tan lenta y cómo cada hora puede ser un afilado cuchillo que atraviesa su cuerpo dejando heridas pero no huellas.
Desde la puerta miro. No se escucha nada. Hace calor.
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