Suena en mi cabeza: L'Hymne a l'amour
Esa voz quebrada con la que me dijiste apártate, esa dulzura con la que cada mañana dejas caer los buenos días sobre mí como cae el azúcar al fondo de una taza de café que arde. Esa falta de piedad, que los días pasan sobre nosotros dejándonos una sensación como de frío. Esa lágrima que arde sobre mi mejilla y espera que nunca la veas.
Como ese cielo que a veces se abre encima mía mientras miro al agua y pienso en lo absurdo del asfalto, en la necesidad de la tierra de mirarse, en como todos son espejos, como ese cielo te descubro cada noche desnuda al borde de mi mano. Una caricia. Como una señal. Te descubro cada mañana sonriente y aún más desnuda, abrazada a mis defectos, complacida en mis virtudes y me descubro. Me descubres también desnudo. A un pacto de la gloria, al pie del infinito más próximo. Nos descubrimos mirándonos las espaldas. Se esconde el mundo cuando suena Edith Piaf y estás-tan-cerca.
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