"Aprender la levedad del pájaro."

jueves, 12 de abril de 2012

Escribe algo.

Tú te derrites en la barra de la cafetería o sobre la pista de baile. Y eres deseo. Eres música y niebla. Ninguna mirada puede esquivarte. Conviertes sonrisas en droga y mueves la órbita de cualquier cuerpo. Mientras yo escribo. Perdón. Intento escribir y no me sale nada. Golpeo mi cabeza intentando agitar mi mente y clavo mis ojos en esa mesa húmeda. Aprieto la vista pero sigo sin ver nada. Cierro los ojos y recomienzo. Mientras tú bailas. Mueves las notas sobre tu vientre. Busco el trago. Intento que de ese amargo elixir nazca algo pero de nuevo me encuentro en el epicentro del vacío que crearon mis miedos hace tiempo. Me deshago en mi propia frustración y también me derrito. Ahora tú bailas encima mía. Pisas. Todo se convierte entonces en vibraciones y cuando encuentro la palabra exacta con la que poder manchar de tinta el folio en blanco todo se vuelve cotidiano con un brusco agitar de mi mente. De nuevo la barra. Los clientes habituales. La camarera podrida de aburrimiento sobre algún libro desgastado y tú. Has desaparecido como siempre. Dejando sobre mis papeles una huella. Y yo. Sobre el malestar de mi juicio. Casi malherido. Con resaca y ceniceros vacíos. Un mechero sin gas. Una esperanza que habita. En el fondo donde los posos de café y azúcar forman la mezcla más asquerosa que he probado nunca.

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