labios en todas las tazas de café que me ofrecen,
me hacen dudar de la credibilidad de mis palabras
con su quietud,
me hacen preguntarme si esos labios son tuyos
o simplemente el temblor de mi cuerpo
manchando la mesa de café.
Estas manos que duermen agrietadas,
sin dejar entrar más que pesadillas a mi cama,
siempre fueron un paraíso de caricias
ahora cerrado
y con un candado, prohibido el paso,
a mi pesar.
Mis manos
pendientes de las palabraspájaros
que emigraron a otras bocas,
quieren terminar con el hambre
de poesía
de mi cuerpo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario