Un día lluvioso resbala en unos ojos que miran
sin tararear ninguna canción,
pero aún no está todo perdido
siguen los héroes sin máscara ni capa
jugando en las aceras y los charcos,
borrando las quejas
al invitarme a su juego
con una sonrisa
y sin piedad.
(Es una suerte que aún no se hayan agrietado mis manos y ojalá las palabras hubieran sucedido).
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