"Aprender la levedad del pájaro."

domingo, 23 de junio de 2013

Corazón antidisturbios.

"Ser romántico es de flojos, 
un corazón que no se ofrece
no-puede-romperse"

"Usa esta crema, la aplicas por todo tu pecho y dejas que la piel absorba, al cabo de unas horas sentirás un calor intenso pero se pasará rápido, después de eso estarás listo para enfrentarte a la mirada más seductora, a la sonrisa más dulce, a la voz más atractiva, a las palabras más bonitas incluso a las películas con un guión escrito para deshacer cualquier corazón frío". El chico estaba convencido de que era posible, cansado ya de sentirse nada después del todo de una relación se planteó la drástica solución de congelar su corazón al sentimiento con aquella medicina mágica, el único inconveniente-miedo era que aún no se sabía el tiempo que hacía efecto, cada corazón tenía sus ritmos y a veces duraba incluso años, otras sólo unas horas. Él sólo quería probar el efecto de sentirse inmune a cualquier gesto que en estado normal le haría perder la cabeza. Así que gastó todo su dinero en esa crema.

No sentía nada, ni siquiera cuando escuchaba las primeras notas de aquella canción-himno de sus relaciones anteriores, cuando una chica le miraba con unos ojos tan llenos de color y hondos que sin esa defensa habría caído muerto con sólo un cruce de miradas, ahora se limitaba a mantener el pulso de las pupilas y sonreír para demostrar que no pasaba nada, equilibrio.

Pero dentro de su rutina no contaba con la posibilidad de encontrarse con aquella chica-Marla que merecía la pena conocer, por la que merecía la pena sentirse débil ante sus ojos, dulce ante su sonrisa, llevaba tanto tiempo sin querer ni esperar nada que había enterrado la esperanza de encontrarse con ella. Ocurrió por la tarde, él paseaba escuchando una música que (efecto secundario de la crema) tampoco le hacía sentir nada, cuando la vio como siempre se había imaginado, en la calle en la que siempre había soñado encontrarse con ella, mientras sonaba la canción-himno-señal de que era realidad, de que era el momento, ella le miró expectante pues era consciente de la hermosa casualidad que al fin los había cruzado en la calle, tan Anna, tan consciente de que su destino medía 1,70 iba vestido mal y con cara de cansancio, escuchando música impasible. Pero él, tan consciente de su frío interno, de que ella vestida de verde no iba a  desatar en él más que un bostezo, duró un segundo pero no dolió nada, se cruzaron ella le miró, él la miró, ella se fue esperando una respuesta él siguió adelante sin esperar nada y cuando se había alejado un poco se preguntó algo que no había pensado de la crema "¿Podré llorar?".

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