Despertar en una ciudad que no conozco
con lluvia, frío, sin planes ni mapa
y dejar que la silueta de tus piernas sea el horizonte del día.
Es la paz mental de la que tanto oí hablar,
este espacio en continua expansión y tiempo en vertical
de tu sonrisa acariciando la mañana.
Es por cómo ríes
o cuando abrazas a mis miedos
y mis dudas
el final del silencio con el que antes cicatrizaba cada herida.
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