"Aprender la levedad del pájaro."

lunes, 23 de enero de 2012

Deshilachándome el corazón.

Ya distinguía su figura al final de la calle cuando caí en la cuenta de que no había elegido las palabras que iba a decirle, en mi boca sentí como estas se me amontonaban, empujándose y maldiciendo. Malditas, en un momento como ese y haciendo el tonto. Yo no sabía qué hacer y mis piernas traicioneras seguían caminando hacia ella. Ahora podía distinguir su sonrisa. Entonces noté cómo la lengua me crecía, al principio no me dí ni cuenta pero pronto las palabras comenzaron a proferir pequeños chillidos de auxilio por culpa de la presión que ejercía mi lengua. Yo no daba crédito. Aquel movimiento incesante culpa de los nervios las estaba asesinando. Cuando ya no quedaba ninguna viva yo ya distinguía sus ojos que a esa altura de la tarde resplandecían y entorpecían aún más mi tarea de seleccionar las frases, el saludo, el verso, lo que fuese con tal de hablar. Pero no. Me había quedado sin palabras y a mi voz le daba miedo surgir sin ellas. Cuando estaba lo suficiente cerca como para los dos besos me sonrió. Le sonreí. Entonces, todas las palabras, todas las frases resurgieron, estaban ahí esperando su momento. Y la tarde. La tarde que se alejaba con un movimiento suave. Y mi lengua, en su tamaño y posición de siempre.

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