¿Puedo darte un beso niña?, aunque sea en la mejilla
Siempre los colores pintan nuestros cuerpos cuando estrechamos contra nosotros el poco aire que queda y bebemos, saciamos los labios con mordiscos y súplicas de un tiempo sin hogar, de una luna escondida con el sol, de unas vacaciones para los amantes, para el corazón. Siempre que despierto estás de espaldas y lejos de entristecerme invento geografías y nuevas voces, palabras en silencio y miradas, te giras y de cerca me miras como en París, Buenos Aires y al fin, ambos preguntamos pero los sueños siempre quedan lejos, tan lejos de los rayos del sol que arden en tu pelo ahora, en mi mirada verde al verte y volvemos a escondernos entre las sábanas porque al menos, ahí, somos nosotros.
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