Y en esta ciudad tan desierto
no es extraño
que a veces una ilusión de oasis me muestre tu cuerpo.
Pero al llamarte me doy de bruces con la soledad,
con la realidad árida
y todo es tormenta de arena
las calles, el frío, la gente,
todo es viento y me cierran los ojos con fuerza.
Y para encontrarte
me exilio al sueño.
Álvaro, te he dejado un email.
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