"Aprender la levedad del pájaro."

domingo, 20 de noviembre de 2011

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¿Quién le dio tanto poder a la política?

Laura sonreía porque aquella noche había soñado con dos cronopios del maestro cortázar, su padre le contaba cuentos incomprensibles, llenos de descripciones imposibles, propios de una imaginación al borde de la locura y a ella le encantaban las palabras tanto como la voz de él recitándolas a su lado. Jugaba a veces con las sombras de su lámpara. Aquella mañana cogió su mochila para ir al colegio, sonreía, sonreía mucho porque la noche anterior su padre le había contado un capítulo especialmente bello de aquel libro mágico, Rayuela, caminaba por la calle pisando charcos y pensando si la inspiración se esconde y hay que buscarla o es ella misma la que te busca a ti porque te has escondido sin saberlo. Dudaba. Signos de interrogación poblaban sus ojos y llenaban su mente de preguntas, unas reales y otras absurdas pero ambas de igual importancia para ella. Pero fue al borde de un semáforo, recién pintado un hermoso paso de cebra le hacía más fácil el camino al otro lado, pero el otro lado, estaba lleno de mentiras y de incógnitas crueles, de nubes grises y de monstruos con forma humana, Laura odiaba el otro lado y siempre que se quedaba parada, decidiendo si cruzar o no, si asistir a clase o huir a otro mundo su padre llegaba y por la espalda la cogía en brazos y la ayudaba a cruzar. Pero después de un corto paseo él tenía que marcharse y ahí se quedaba ella, en el vacío de las calles sin salida, del laberinto de aquella ciudad maldita que tanto la asustaba. 

2 comentarios:

  1. Pero no se queda sola, no del todo: lo que su padre le ha enseñado la acompañará toda su vida, adonde quiera que vaya. Y no importa si el otro lado es una cascada en la que hay monstruos abajo o si es un precipicio o si es una calle sin salida. No importa, porque los consejos de su padre son inmortales.

    Y, sí, puede que seamos nosotros los que olvidamos a la inspiración porque no seamos capaces de abrir el corazón tanto como para que pueda entrar siempre, y nos asustemos y cerremos las puertas de nuestra alma.
    Si es que en el fondo somos todos muy cobardes...


    Hay una canción de David Moya que se llama "pisando charcos".

    ¿Sabes una cosa, Álvaro? Es que me ha recordado... Marisa, la directora de mi residencia, que es monja, dice que quien no se hace preguntas avanza muy poco.


    :)

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  2. Gran Córtazar e increíble texto.

    Encantada de haberle conocido :)

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