"Aprender la levedad del pájaro."

lunes, 24 de enero de 2011

Puente de Raimundo y Carmen

Tan solo llevaba dos días en la ciudad cuando puso el pie en aquel puente, al entrar en él no se dio cuenta pero al terminar el trayecto, su curiosidad lo llevó a mirar debajo, el puente estaba construido, como cualquiera con grandes hierros y algo de cemento, barras de seguridad y todo recubierto de un hermoso color verde desgastado, pero este era más especial, por debajo de la estructura ya impuesta en los canones, típica y tradicional, se hallaban dos manos, una mano fuerte, firme, con alguna que otra vena saliente, que salía del extremo sobre el que estaba situado A, esta mano, medio rozaba otra más fina y alargada, que salía del extremo por el que había entrado él.

"Que curioso" se dijo, encima de dichas manos habían construido el puente, las manos eran una enorme estructura de hierro, hermosas, parecía el nacimiento del hombre, ese breve instante de rozarse los dedos con las yemas, era muy bonito, como una gran escultura que unía las dos partes de aquel río. Era tan curiosa la posición de A, arqueado para investigar el interior de aquel extraño puente que un transeúnte cualquiera se paró a su lado y le dijo "¿te gusta?", rápidamente A se incoproró avergonzado y dijo "no..eh..yo..sí claro..solo estaba viendo el puente", "¿eres extranjero verdad?", dijo aquel transeúnte al que A, ya levantado pudo examinar un poco y mirándolo comprendió por su aspecto, que tan solo era un anciano amable, con un gran abrigo, una bufanda y un sombrero, por su atuendo concluyó que era uno de esos jubilados a los que les gusta pasear para observar pequeños detalles en los que nunca habían reparado. " Sí soy nuevo, tan solo llevo un par de días aquí", " ¿Quieres que te explique el por qué de las manos?, poca gente repara en ellas.." "Claro" contestó A sonriendo, " Bien, paseemos.."

" Hace muchos años, cuando yo aún era un niño, ocurrió algo fascinante en esta ciudad, una de esas historias de amor casi Shakesperianas, pero que pasan desapercibidas al no hallarse en ningún libro. Él era un artista callejero,se llamaba Raimundo y tocaba la guitarra y bailaba rumbas con gitanas, en la calle ganaba lo suficiente para un bocadillo y algo de vino, ella,Carmen, era la hija de un gran magnate de la ciudad, una de esas chiquillas hermosas y frustradas por la poca libertad que da el ser hijo de, una de aquellas envidiosas del anonimato. Una noche la pobre chiquilla había perdido el transporte, se había quedado sin dinero y para colmo estaba lloviendo, sin embargo para su suerte, Raimundo seguía tocando rumbas bajo la lluvia, por felicidad no por locura, al ver a Carmen tan desprotegida fue a por ella, la trajo hasta un caserío donde se quedaba él y la invitó a cenar, no un suculento banquete como ella cenaba siempre, sino algo humilde. Hablaron toda la noche, rieron, Carmen cantó bajo las notas de Raimundo y al final se acostaron, lo que más le gustaba a Carmen de él era que él no la conocía, lo que a él más le gustaba de Carmen era su infinita belleza y su sencillez. Pero como siempre ocurre en estos casos, el padre de Carmen se opuso a que ella saliese con un vagamundo, un simple mendigo, la depresión de Raimundo fue brutal, dejó de tocar y se recluyó en el caserío. Diez años más tarde, cuando Carmen por medio de un matrimonio forzado se había librado de su padre, se escapó con Raimundo, pero el dinero no les llevó muy lejos y acabaron encontrándolos, fueron juzgados y condenados por adulterio a morir el uno al lado del otro, fueron ahorcados en la plaza mayor, dicen los rumores que antes de morir fueron a darse la mano pero que sólo pudieron rozarse los dedos. Un escultor llamado Pedro Roca, amigo de Raimundo, diseñó y construyó esa escultura que ves bajo el puente, de los dos brazos que casi se toca, en honor a la pareja y tras la muerte del padre de Carmen, más tarde, cuando Pedro Roca tuvo trascendencia, le contó durante la infancia a su hijo esta historia, el cual acabó siendo arquitecto y decidió en honor a su padre construir el puente encima de las manos, para comunicar ademas así las dos mitades de la ciudad, que hasta ese momento estaban separadas y que si no lo he mencionado antes, eran de la otra mitad mas pobre Raimundo y de la central Carmen, poniendo final a esta historia y construyendo un puente que los uniese durante toda su vida eterna, espiritual, ya que en la real anduvieron separados."

A, que estaba llorando a lágrima viva, debido a la hermosura de aquella historia dijo " y...de esa historia solo queda este puente...ni..ni esculturas ni libros ¿no es así?..." "Claro hijo, solo queda este puente y los viejos como yo para contarla, el hijo de Pedro, Ramón, murió el año pasado. Pero lo hermoso de esta historia no es este puente, ni que hubiesen tenido una escultura, sino la hermosura de haberla vivido, todos los que la conocemos hemos deseado ser alguna vez Raimundo o Carmen y vivir un drama contemporáneo, un amor que rompa las barreras porque viene de los más hondo de la pureza del alma.", A, se había quedado mudo, aquel hombre, aquel hombre era  realmente interesante, en su rostro pudo ver alguna lágrima y después de despedirse, antes de separarse dijo "lo dibujaré..."  a lo que el hombre sonrió y dijo " hijo, no puedes formar parte de esta historia si antes no has sentido amor, busca antes a quien te complete y pinta este puente, pero no por honrar a sus protagonistas, si no por honrar el amor, píntalo con la mujer que ames en él.." y después de decír esto, se fué, no sin antes echar una última mirada al puente, que me hizo pensar, que él era el hijo de Pedro Roca.

Te propongo construir 
un nuevo canal 
sin esclusas 
ni excusas que comunique por fin 
tu mirada 
atlántica 
con mi natural 
pacífico.

No hay comentarios:

Publicar un comentario