"Aprender la levedad del pájaro."

jueves, 27 de enero de 2011

"¿Qué haces?" preguntó el niño

"Un mar" respondió el artista

"¿Un mar en el asfalto?..Debes de estar loco" continuó el niño

"Dame tiempo y te demostraré que no..¿ves aquella caja de tizas? alcánzame la azul fuerte, blanca y algo verde."

Trazó y dibujó con cuidado, en aquel oscuro asfalto, cuando había terminado le pidió al niño que juzgase, este miró y vio como aquel pequeño charco, que de verdad era un mar, de verdad no era un dibujo, sino que al meter la mano te podías mojar, había peces, tiburones y si estrujabas la vista un poco hasta un barco hundido, el niño con la boca abierta miró al artista pero este ya se había ido.. El mar seguía su curso, paciente e inmóvil en esos escasos metros, si llovía se borraba, si lo pisaban adiós a su universo, pequeña magia de carretera y quién podía creerlo, el niño hizo una fotografía, para guardarla siempre en sus sueños.

Siguió cruzando por esa calle y cada día se desgastaba más el mar, hasta que ya no quedaba barco hundido, ni tiburón, ni peces, solo un recuadro azul borroso que si te acercabas olía a sal. El niño entristecido, se marchó a su casa, pero en vez de llorar tuvo una idea y compró una caja de tiza, bajó a la calle y con su recuerdo lo volvió a dibujar, estaban el tiburón, el barco, los peces y todo con una increíble profundidad, era de verdad, no su imaginación, su creatividad había hecho el trabajo, pero era el mérito de su corazón, al lado de aquel recuadro, una mano dibujó, parecida al del artista, para que cuando la lluvia, los coches o las pisadas lo borrasen, esta mano siempre servicial lo volvería a dibujar, siempre que dejasen una caja de tizas cerca claro y así sucedió algún tiempo, hasta que el niño creció y su madurez quebró el alma, de ese pequeño universo, la mano que dibujaba constante, tenía parkinson y arrugas en su piel, el mar estaba empeorado y ya nada se movía, porque el niño ya no creía en él.

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