"Aprender la levedad del pájaro."

martes, 10 de mayo de 2011

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Hay canciones que son más que música y letras, que son un estado de ánmio.
Como una palabra, una imagen, un segundo, recuerdos.

La mecánica del corazón, sus engranajes, sus obviedades, lo simplificais ¿o le tenéis miedo?, espectros transeúntes callejeros, cuencas vacías y piel morena, exhiben un cerebro, exhiben un corazón, pero son un mestizaje de robot y león, del mago de Oz.

Yo soy de la escuela de, de lo que tu quieras, como prefieras, a veces lo maquillo pues su efecto al natural es imprevisible, a veces me apetece ponerme a gritar o a saltar, lo que sea. Hay días sin brillo, días que parecen un mal sueño, de cansancios duros y duras palabras, todas caen igual como golpes sobre mi cuerpo que sigue mirando al frente, impasible, parado. Número siete o trece, ya no sé, confundo la voz de Quique, a miles de kilómetros de aquí, claro, recluído en un oasis interno, donde respiro frases y no el alquitrán en el tabaco, donde hay una ventana, que da al mar y donde no hay nada, nada.

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