"Aprender la levedad del pájaro."

miércoles, 18 de mayo de 2011

A day in the life

Entré en un sueño, en uno de mis sueños típicos, profundo, delirante, real, vivo. Caminaba y el mundo se abría a mis ojos como una infinidad de imágenes, como si cada segundo contase como un verso y dentro de mí se desperezase la inspiración, entre bostezos.

LA que camina, lleva en sus manos una forma, un violín, una guitarra, qué importa, mira al cielo y más bien el cielo la mira a ella, le dicta sentencia con sus nubes, hoy lloverá sí, pero lloverá en la partitura y no sobre sus ojos, LA que camina mueve sus manos, al ritmo de una hermosa música interna. Pasa. Fugaz. Eterna. LA que camina por encima del que escribe con su puño palabras que no entiende, tan vacías como yo, alejado de mis formas, hecho aire. Material inflamable, cualquier roce, comentario puede prenderme en el más odioso de los fuegos.

LEE sentada, estática, hasta tres veces pasa su autobús por la parada y ella ensimismada en la tinta, sus manos relajan su mente, su cuerpo, rendido a ese metálico asiento como si estuviese en la cama, pasa por detrás la que camina, ambas no lo saben pero forman un cuadro perfecto de una mañana horrible, ni se conocen, pero son íntimas en mi cuadrícula mental, en la pequeña esfera de mis ojos, en esta pintura realista y onírica, imposible y preciosa.

Llueve una gota que recoge algún paraguas, un viejo grita blasfemias, yo escupo emociones al suelo y ahí se quedan, como chicles pegados, negras. Un temblor, en mi pecho, un sentimiento que se despierta sin razón alguna, por-que-sí, nada le indica que abra los ojos y despierte en mí flores.NADA. La mañana inspira menos que un botijo intacto sobre una mesa, bajo un sol de modorra, horrible, placentero.

Y qué anarquicas se han vuelto mis manos y cuántas plazas deben ocuparse, cuántos golpes y nada. No cambia nada. Siguen LA que camina, la que LEE, el viejo con sus idioteces, mi cuerpo nublado, el cielo que nos mira y especialmente LA mira, todos sabemos que LA mira porque sobre ella imprime su gris menos gris, es ridículo ¿verdad?, o tal vez no, ¿por qué el firmamento no puede enamorarse?.

O quizá todo esto sea mentira. Quizá sea yo. Quien sabe. Seguirán tan mezclados los colores en mi ensalada, irónicamente armónicos y no expuestos en ninguna galería. Prométeme que esto es mentira. Cógeme la mano. Llévame a algún lado. No me felicites. Ayudame. Pero nadie lo hará. Seguirán el viejo, LA que camina, la que LEE, el cielo, mi ensalada, en este horrible lienzo humano, por el que ahora pasa un año y estos ojos que tan cansados, inventan chorradas, inventan salidas, pero no las hay. O quizá, tan solo de emergencia.

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