Me pregunto si merece la pena escribir la palabra montaña cuando no sabemos qué nombre se da la montaña a sí misma. Ya con la pintura es otra cosa, es muy capaz de crear sobre la paleta veintisiete tonos de verde que escaparon de la naturaleza, y algunos más que no lo parecen, y eso, como compete, le llamamos arte. De los árboles pintados no caen hojas.
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