"Aprender la levedad del pájaro."

lunes, 30 de mayo de 2011

Lo que sé de los hombrecillos

Mientras hacía estas consideraciones había ido mecánicamente de un lado a otro de la casa, intentando calmar así el desasosiego de que era víctima. En una de esas idas y venidas había pasado por la cocina para preparar  un café y al primer sorbo eché de menos, como en otra época, el complemento del cigarrillo. Dividido entre la conveniencia de no fumar y el deseo de hacerlo, una tercera instancia de mi comenzó a tachar de exagerado el pánico al tabaco. Podía encender un cigarrillo y dar dos o tres caladas, pongamos que cinco, para comprobar que no era la ausencia de nicotina lo que había provocado en mi aquella intranquilidad. En el peor de los casos, si llegara a recaer, fumaría dos o tres cigarrillos al día, cantidad que el organismo era capaz de metabolizar sin problemas, lo decía todo el mundo. El hombrecillo, que seguía apasionadamente aquella discusión conmigo mismo, se puso al lado de la parte más permisiva, reforzando sus argumentos.

-No puede ser tan grave- decía.
-¿Y tú qué sabes?- le espetaba yo.
-Veo fumar a mucha gente sin organizar el drama que estás armando tú. Los vecinos, sin ir más lejos, se pasan la vida liando cigarrillos.

Juan José Millás

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