Pero los corazones no saben de tiempo, las agujas del reloj no conocen los misterios de sus sístoles y diástoles, sus teamos y sus verdades. Pero volverá, el tiempo correrá entonces hasta que de nuevo ella.
"Aprender la levedad del pájaro."
miércoles, 7 de septiembre de 2011
Las 7 de la tarde.
Quise tirar al suelo su reloj y pisotearlo. Congelar su rostro. Su gesto dulce. Nunca la muerte del sol fue tan hermosa, los rayos del sol dejaban ver los rincones menos habitados de su piel y todo su universo de lunares que ardían a las 7 de la tarde. Quise detenerla, mi boca dibujaba palabras que mi voz no sabía descifrar y me quedé callado. En silencio. Mirándola. Deseando que por una vez, sólo por una vez no llegase el autobús, que el mundo se quedara en silencio a las 7 de la tarde y yo con ella, respirando aquella luz, entre sábanas, bebiéndonos los labios a sorbos de café."Por favor no te vayas". "No hay mañana". Y si hubiera sonreído. Y si todo mi mundo. Todo mi UNIVERSO se hubiese paralizado para nosotros dos.
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