"Aprender la levedad del pájaro."

martes, 6 de septiembre de 2011

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Hay una puerta en mi casa que nadie ha abierto nunca. De niño por miedo a lo desconocido, a los monstruos y pesadillas que imaginaba en su interior. Ahora por costumbre, siempre estuvo cerrada y a veces dejar la curiosidad sin resolver es más excitante. Aunque. A veces siento la llamada de ese cerrojo, de su piel de madera ciega sin ningún agujero al que acercar la mirada para descubrir. Hay cientos y cientos de posibilidades. Un inventario de recuerdos antiguos y con suerte incluso una máquina de escribir. Una librería de viejos libros amarillentos llenos de polvo. Una bici. O lo más escalofriante, nada, una habitación vacía que no sirve más que para agitar las mentes de quien busca en su interior un enigma. No lo sé. Hay tantas habitaciones cerradas. Cuadros a medio pintar. Escritos. En mi casa que una puerta más no me es molestia pero cada vez se me hace más difícil domar a mi curiosidad. Cuando murió mamá fue distinto, el abuelo nos reunió a mi hermano y a mi y abrió una de las puertas sin resolver, sólo por unos minutos observamos esa habitación. Era la de la abuela y era mágica, no tenía ni una mota de polvo, estaba intacta como los escaparates de una tienda o una muestra en un museo. Con muñecas frágiles, una máquina de coser, libros y alguna que otra botella de vino envejecido. El abuelo sonrió al ver como abríamos los ojos sorprendidos por tanto misterio. Luego al cerrar nos dio la llave y dijo "cuando sintáis nostalgia la podéis abrir, pero no malgastéis esta llave con falsos sentimientos". La utilizamos cuando Julian llega del instituto cansado o triste porque le ha pasado algo que no me quiere contar o cuando a mi me dan calabazas o suspendo algún exámen de la universidad. Sea como sea siempre nos sorprendemos porque siempre encontramos algo nuevo y es una sensación única. Ahora. Quiero abrir más puertas, quiero descubrir más sobre mi familia, sobre sus secretos y los pasillos escondidos de esta enorme casa. Ahora el abuelo duerme tranquilo, me pregunto si aún respira porque anoche estaba muy enfermo, en el caso de que no lo haga no es grave a nivel legal, Julian vivirá bajo mi responsabilidad que ya tengo 19. El problema son los llantos y la enormidad de esta casa que con cada fallecido crece y el primero fue papá. Para Julian su mayor problema será el llanto, para mi realmente el mayor problema será que el abuelo me ceda en herencia ese gran manojo de llaves que desvela los secretos de esta casa y que tendré que administrar correctamente, abriendo con su muerte una nueva puerta.

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