Rodeado de sombras sentí la angustia, el vacío del extranjero. Todos, andaban en círculos y yo sólo quería parar, ordenarme pero ni mis manos ni mi cuerpo respondieron. Entonces nacieron las palabras de Borges ante mis ojos y por un segundo pude escapar. Luego todo siguió igual. Y yo sólo quería huir.
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