"Aprender la levedad del pájaro."

domingo, 18 de septiembre de 2011

V.

Sostenía entre sus brazos el libro de los abrazos y no pude contener mi risa. Íbamos en el autobús, yo miré al techo y ella me miró a mi, no dejó de mirarme hasta que yo asumí la valentía adecuada al momento y la miré a los ojos. Su mirada me preguntaba por qué. Mi sonrisa le explicaba el chiste. Entonces ella también rió y una mujer que iba sentada a su lado se levantó indignada, creería que nos reíamos de ella, supusimos ambos y nos quedamos callados, cada uno inmerso en sus pensamientos que al final no fueron más que el mismo pues los dos nos invitamos a un café casi a la vez. Entonces ella soltó el libro y me abrazo a mi, tras un sin fin de confidencias y trivialidades, después de dos tazas y una copa de vino. Entonces yo solté el mío que hasta hace unas horas me hablaba de ausencias pero la realidad siempre ganó el pulso. Corazón. Y la lluvia nos mojó las intenciones y de nuevo reímos, borrachos, ebrios, qué importa. Reímos. Felices. Y bailamos un tango en honor a los autores de los libros que nos juntaron.

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