"Aprender la levedad del pájaro."

viernes, 16 de septiembre de 2011

Vomité palabras y recuerdos, me convertí en un cuerpo a merced de los grados de alcohol, de los chupitos consumidos, de los vasos de cerveza y de las copas de vino. Me caí sobre la barra y luego aterricé en un suelo lleno de polvo, sonaba jazz, todos reían y el camarero se apresuró a ayudarme. No dijo nada, me recogió y me llevó a la puerta, me apoyó en una columna y puso uno de esos cigarros aliñados que tanto ayudan de vez en cuando en mi boca, lo encendió, yo ni siquiera podía abrir los ojos pero exhalé de una vez todo ese humo, la primera calada me dejó vacío. Entonces escupí algunas gotas más, un poco de bilis y sin soltar aquel cigarro de mi boca me levanté, miré al camarero y le dí las gracias. Tres, cuatro, cinco caladas y lo aplasté contra el suelo. Luego volví a entrar, la cafetería había cambiado de aspecto, ahora todos estaban serios, preocupados como si estuviesen viendo una aparición, yo me moví torpemente hasta la barra y cuando alcancé mi taburete me volví a sentar, el camarero me miró a los ojos y dijo "¿un café?", "no," dije yo "una copa de vino por favor".

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